Federico I Barbarroja puede trasmitir el Sacro Imperio a su hijo Enrique (el futuro emperador Enrique VI) por medio de:
1) Asociarle al trono con su nombramiento de rey de romanos
2) Encomendarle el gobierno de la Italia Central que comprende:
- Marca de Ancona
- Ducado de Espoleto
- Ducado de Benevento
3) Preparar a Enrique con su boda para ser rey de Sicilia y Tierra Firme
Las líneas claves de la política de Enrique VI es convertirse en rey de reyes con los siguientes hechos:
1) Control del Papa Celestino III
2) Contemporizar en Alemania con los grandes señores feudales pese a sostener luchas aisladas con el duque de Baviera y Sajonia Enrique I
el León
3) Dominio absoluto del reino de Sicilia y Tierra Firme. Enrique VI ya había sido reconocido como monarca en su primer descenso a Italia en 1191. Sin embargo sus habitantes se rebelan contra la preponderancia germánica. Enrique VI aplasta esa sublevación en 1194. Enrique VI soluciona primero sus problemas en Alemania a fin de emprender esa campaña en cuyo decurso el emperador cuenta con las fuerzas navales de Génova y Pisa. La campaña finaliza con la toma por Enrique de Sicilia y sur de la Península Italiana y su coronación en Palermo
4) Reemplazo de funcionarios italianos por alemanes
5) Intento de que le presten vasallaje los demás monarcas de la Cristiandad Occidental. En dicho empeño fracasa respecto a Felipe II Augusto de Francia y los reyes españoles. En cambio logra el reconocimiento de los reyes de Chipre y Polonia (a la sazón muy debilitada) y del monarca inglés Ricardo Corazón de León. El soberano inglés es hecho prisionero a su regreso de la Tercera Cruzada por el duque Leopoldo de Austria quien le encierra en el Castillo de Dürstein y luego le entrega a Enrique VI. El emperador aprovecha el cautiverio de Ricardo Corazón de León para reunir a los nobles alemanes en torno a su persona, obtener un tributo y hacer su vasallo al inglés
Su postrer acto consiste en planear una Cruzada a base de alemanes que le permitiera conquistar Jerusalén y ser reconocido como emperador de todos los cristianos. Su muerte en 1197 le impide realizar este sueño. Su anhelo de construir un imperio universal no desaparece con su óbito. Pasa al Papa Inocencio III en el terreno religioso y al emperador Federico II Hohestaufan en lo civil.
